#UPR Actos fúnebres en la Gallera

No es un secreto. Todo nos duele, nos molesta. Si protestamos es malo, si nos callamos también. El correr el chance es la única opción con la esperanza que todo caída en mejor estado.

En lo que llevo de existencia en esta vida, es el momento más doloroso que estoy viviendo en mi país.

La economía por el piso, la salud no sé si esta moribunda o no existe, la seguridad es relevante, el deporte está con respirador artificial, los empleos no son seguros y la guerra de sobrevivencia la puede vivir en las redes sociales. La humanidad, ¿qué es eso? La igual ¿existe? ¿Habrá un milagro para el país?

Acá no quiero echar culpas, solo un espacio de desahogo. Yo también vivo momentos del día asfixiada. No tengo nada de diferente a los otros seres humanos de mi tierra. Solo el grado de lo que nos ocurre puede variar, uno más que en otros renglones. No dejamos de ser puertorriqueños que deseamos retomar la Isla del Encanto.

Por eso me identifico con una protesta muy creativa que realizaron los estudiantes-atletas y un colectivo de los recintos de Mayagüez y Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico en la noche del lunes, 5 de noviembre de 2018 entre el cambio de partidos del torneo de voleibol de la Liga Atlética Interuniversitaria en el Complejo Cosme Beitía riopedrense.

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Los estudiantes-atletas de Mayagüez y Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico en el «entierro» de su sistema educativo durante un partido de voleibol de la LAI.

No es la primera en la que he estado. En la final del baloncesto del 2017 también estuve, esa ocasión la manifestación se situó detrás de una entrevista que estaba haciendo en directo en el medio tiempo. Una acción que muchos repudiaron en el momento, pero debe ser ícono recuerdo al analizar donde estamos como país.

Pero… en la de este lunes me socavó en la reflexión del día de cómo seguir viviendo ante tanta incertidumbre nacional.

Un ataúd negro con las letras grabadas UPR 1903-2018 cargado por una generación que está a bordo de un barco golpeado por el fuerte oleaje de un huracán sin categoría existente fue impresionante. Más que por el hecho de pedir el cese y desista de las imposiciones de la Junta de Supervisión Fiscal y Administrativa Financiera sobre el sistema educativo universitario del estado, es la simulación de lo que está viviendo un país en todos sus departamentos.

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Un ataúd negro con las letras grabadas UPR 1903-2018 cargado por una generación que está a bordo de un barco golpeado por el fuerte oleaje de un huracán sin categoría existente fue impresionante.

“¡Guerra!” No sé si es la descripción idónea que profundiza la canción de fondo en el acto de protesta de la autoría de René Pérez “Residente” y Jeff Trooko.

Si sé que es una guerra constante entre lo que pasa (presente) y pasará (en el futuro) en cada uno de nosotros: los puertorriqueños.

Es una guerra de ciberataques, es una guerra de medios, es una guerra política, es una guerra humana… es una guerra intrínseca donde se consume el ser buscando contestaciones a las dudas diarias de existencia.

Han sido años sumamente difíciles. La bonanza para el país es un decreto silencioso por todo aquel que defiende su jornada laboral, el que busca honrosamente echar pa’ lante.

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La muerte siempre nos pone a reflexionar donde estamos y hacia donde vamos.

Esta manifestación de los estudiantes de un sistema en el cual yo no estudie, pero respeto por tener el mismo derecho de educarnos con libre selección, fue el clímax de un día lleno de reflexión entre aguaceros, lloviznas y esperanza.

Una pregunta retumba ¿qué hago? Seguida de ¿a dónde me voy? Concluida por la frase de poder: debo seguir en la reinvención.

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