No permitamos que el deporte muera por COVID-19

La última ficha de la secuencia del dominó es la que sostiene todo el peso. Esa ficha es el deporte.

Han sido múltiples los proyectos en los que he estado sumergida desde que apareció el COVID-19. Largas horas de lectura, entrevistas, reflexión y diagramación para comprender junto a los equipos multidisciplinarios el efecto del SARS-CoV-2.

Cada miembro escucha sus respectivos lineamientos para que todos los días se desarrollen planes que cogen los espacios del abecedario (desde la A hasta la Z), protocolos originales y con enmiendas, estrategias, entre otros. Es vivir al borde de lo extremo en la toma de decisiones. Es moverse en lo que se convierte en una constante arena movediza. Otras veces es escuchar el sonido de la máquina que no registra actividad en el cuerpo y se procede a revivirlo; inducirlo en un coma para ver como mejora con el tiempo; en otros casos, ver su muerte.

Hoy tengo presente el enero del 2020 donde todo el equipo de trabajo de la Copa Panamericana de Tenis de Mesa, celebrada en Guaynabo, estábamos repasando los detalles del evento para cumplir con los requisitos de la ITTF y la ITTF Latinoamericana. Puerto Rico estaba pasando por la emergencia de los terremotos. El COVID-19 no tenía la atención meritoria, porque la mente decía: “Eso está lejos. No va a llegar a Puerto Rico”.

La alerta crecía. Comenzaron a hacerse virales los videos desde Wuhan, China donde las personas se morían llegando a los hospitales sin saber la cura de la enfermedad que estaban sufriendo. El calendario cambió a febrero. La mentalidad se transformaba al leer y escuchar a los científicos y autoridades internacionales expresarse en los medios de comunicación de cómo un virus iba ganando terreno sin tener conocimiento de su evolución a las afueras de China, sin tener la cura.

Puerto Rico sigiloso. Ya estaba en alerta. El 15 de marzo fue el momento de aceptar que el virus ya estaba entre nosotros. Vinieron los encierros en las casas. Parecía los tiempos de Herodes cuando éste “sintiéndose engañado por los magos” mandó a matar a todos los niños menores de dos años porque había nacido el Mesías que «amenazaba con quitarle su trono». La situación empeoró cuando miles perdimos parte fundamental de nuestros ingresos. En ese momento era confiar en el proceso que dictaba la ciencia y las entidades gubernamentales para restablecernos con la nueva forma de vivir.

Días largos. Meses de angustia. Meses de muertes. Meses de romperse todos los sueños o aceptar el aplazamiento de ellos con el miedo de que también podrían caducar si no se encontraba una vacuna, una cura y/o una manera de frenar el coronavirus.

En el deporte todo ha sido drástico. Mientras la economía tenía privilegios de operación, el deporte estaba en claudicación. Sí había recomendaciones de reabrir la actividad económica, porque sin dinero no se puede vivir. ¡Sí, es una parte fundamental! También era fundamental tener salud y proteger todos los sectores para poder regresar a la normalidad lo antes posible.

Pero, HOY no es así. Estamos peor que en el 2020 con un virus más agresivo y letal. Tenemos vacuna, tenemos la manera de frenar el coronavirus, y a la misma vez una inconsciencia social igual o más agresiva que las nuevas variantes del virus.

Zacha I. Acosta González, fundadora de La Estocada

Si yo no tengo salud, no puedo trabajar en lo que me especialicé. Si me cuido, pero me contagio en una visita médica o ir al supermercado ¿puedo experimentar lo que otros ya han superado o lo que otros ya no están para contarlo?

Las profesionales que vivimos del deporte no se tomaron en consideración en el 2020. El deporte no está protegido en la constitución, aunque sea una porción que genere empleos y mueva la economía. No voy a recitar los beneficios que tiene para el individuo, porque puedo caer en «la payola» o en la «cantaleta» que tanto emplea una mamá cuando quiere demostrarnos el valor de sus instrucciones para ser entes de bien.

Hoy se vive un retroceso por falta de conciencia social. No existe el respeto al COVID-19.

Zacha I. Acosta González, fundadora de La Estocada

Se abrió el país para que otros vinieran a adueñarse de él gozando de lo que nos abstuvimos por cuidar nuestra salud. La frustración de estos dramas turísticos pudo impulsar la efervescencia del puertorriqueño para unirse a «la botella, el baile y la baraja» en escenarios turísticos, centros comerciales y reuniones familiares. Tenemos lo que queríamos en el 2020: vacuna, conocimiento científico del virus y las guías para poderlo frenar. Pero ¡no! Existen lo que les gusta retrasar el progreso humano. Están los que les gusta el estancamiento de la evolución. Al parecer es más saludable hacer pagar a justos por pecadores.

HOY el deporte vuelve a estar en el ventilador artificial. Por conciencia legítima, varios líderes han tomado la decisión de paralizar lo que estaba programado, tomando en consideración los índices de mejoría que existían días antes de la Semana Santa. Otros buscan reforzar sus planes y protocolos con mayores restricciones para continuar con la limitada actividad deportiva.

Gracias a Dios que existe la visión deportiva en un secretario designado de Recreación y Deporte y de un secretario designado del Departamento de Salud, la soga no ha partido por lo más finito: el deporte.

El deporte no puede vivir sin participantes. El deporte da vida a un sector de profesionales como lo son los atletas, los entrenadores, las ligas en todos sus niveles, personal que mueven la administración y da un alivio a las emociones. Si usted no lo sabía, entérese ahora: los seres humanos somos emocionales. Con las emociones avanzamos, con las emociones nos estancamos. Es saber balancearlas. Desde mi experiencia, siendo apasionada, conlleva vivir con la resistencia del que vive en su falsa realidad.

Este escrito está siendo redactado bajo un mar de emociones: coraje, frustración, ira, tristeza. Por el otro lado, está la esperanza, la fe, la caridad, el deseo de seguir pa’ lante retando a la resistencia, para lograr algo diferente a lo vivido desde que existe la pandemia. Yo escojo seguir siendo pasional. Llorar cuando “me hago la telenovela turca” donde el deporte sigue cargando el peso de las consecuencias de los otros sectores de un país y sin salir del hoyo. Río y disfruto cuando expresándome me libero y al final del túnel veo la luz. Jamás me daré por vencida en hacer la diferencia en algo que tanto creo. A este algo me he dedicado cada uno de mis días a desaprender y aprender del deporte.

La conciencia por el deporte se debe despertar con una corriente más poderosa a la de 240 voltios. El deporte tiene que hacerle frente a la pandemia y gozar de los privilegios que tienen otros espacios en la sociedad. Debe estar en los planes de estímulos económicos como gozan muchos. Esto no se trata de que el más listo se beneficie, sino que en esa vía gocen todos con una experiencia pandémica del 2020 acumulada.

Se lucha entregándolo todo para lograr el sueño ideal. Si no se lucha, quedará la frustración del «tal vez», de si «hubiera hecho tal cosa o esta cosa». Si se entrega todo, la satisfacción de haberlo intentado será el mayor consuelo.

Por tanto, la esperanza de que el deporte NO CAIGA en un cierre total sigue siendo más flamante que el mismo fuego olímpico de los aplazados Juegos de Tokio 2020 que se celebrarán este verano del 2021.

Zacha I. Acosta González, fundadora de La Estocada

HOY es día de sacar a pasear las emociones, hacerlas visibles y contarlas al mundo.

Llámame emocional, yo te llamaré pasivo. El futuro es incierto y existen los pies que quieren hacernos caer. El tiempo de la toma de decisiones es ahora. ¿Dejamos vivir o morir el deporte?

¡Touché!

Deja un comentario