El deporte. ¿El deporte? ¡El deporte! Cualquier expresión me transporta a sus beneficios. A veces, pasamos por desapercibido que dentro de la rutina podemos transformar lo que damos por sentado.
Mi vida gira entorno al deporte. Estadísticas, fotos, retos, metas, coberturas, recuerdos y más. Pero, cuando se enfrenta una prueba dura fuera del deporte, esa rutina puede convertirse en la medicina para sanar heridas, pérdidas o reforzar lo que descubrimos que debe fortalecerse.
El deporte les sirvió a muchas personas, y me sirvió, para encontrar una manera de comenzar la sanación a las heridas causas por el huracán María un miércoles, 20 de septiembre de 2017.
Su antecesora Irma, me había dado un adelanto de cómo debía enfrentar los retos en el área que he vivido por muchos años y me sostiene económicamente. ¡Jamás, pensé lo duro que sería cada noticia recibida en lo laborar! La destrucción estaba por todos lados: instalaciones, salones, equipos y vías para llegar a ese centro deportivo donde ahora soy la que cuento las historias. Con toda la emergencia se presentaba la amenaza de la pérdida de empleos. Nunca se está preparado para muchas noticias a la misma vez. La incertidumbre, la que vivía día y noche, tenía una lucha con la fe.

Llegó la cancelación de todos los programas deportivos, la reducción de salarios, la transformación obligada para salvar las temporadas, los campamentos de entrenamiento y en otros casos los clasificatorios a eventos deportivos como los Juegos Centroamericanos y del Caribe Barranquilla 2018.
Todo fue muy rápido. Opciones tenía: quitarme, paralizarme, cambiar de rumbo o meter pecho a la situación. Todas pasaron por mi mente, prevaleciendo la última alternativa: vamos a meterle pecho.
¿Cómo salvar el deporte? Esa no era pregunta. La interrogante tenía que ser, ¿Cómo el deporte nos salvaría?
El deporte salvó el espíritu de Puerto Rico. Pasadas dos semanas de la visita, de alrededor 36 horas del evento atmosférico, la organización deportiva comenzó a fluir. Se tenía un más o menos el promedio de instalaciones deportivas “operantes” para la Liga Atlética Interuniversitaria y el Comité Olímpico de Puerto Rico no perdió tiempo que redistribuir varios atletas que estaban en el exterior compitiendo, en campamentos de entrenamientos o de tránsito para un clasificatorio centroamericano. Recuerdo los mensajes del equipo nacional de halterofilia, los del equipo de softbol masculino y otros deportistas que no tenía idea remota de cómo estaba su patria.

Los atletas que estaban en la isla, universitarios y del COPUR, iniciaron entrenamientos con “esto es lo que tenemos”. El miedo era palpable, pero las herramientas de superación, dedicación y de valentía que hacen acto de presencia en la competencia les sirvieron para tomar decisiones difíciles para su familia y su carrera deportiva.

Llegaron medallas importantes que le dieron brillo a la esperanza en los momentos de adversidad, el campeonato mundial de Bryan Alvarado en Tiro con Arco en Argentina a nivel juvenil yc el oro de Raúl Ríos en Vela. Era la gasolina para nuestra planta sanguínea, el corazón. En el ámbito administrativo la elección del puertorriqueño Tommy Velázquez en la división de Softbol de la WBSC.
Hago un alto aquí para contarles de la experiencia del viaje a Suráfrica. Tomar la decisión de dejar mi familia y mi perro #Spiderman, aun cuando superé el encuentro de saber que sobrevivieron, era difícil. ¿Cómo me comunico? ¿Cómo sabrán que llegué bien? ¿Estaré haciendo bien irme al otro lado del mundo? Cientos de preguntas más. Los amigos y amigas de ese momento me respaldaron. Duro fue traducir “¡Vete! Puerto Rico no va a cambiar en los días que estés fuera. Trata de disfrutar. Vamos a estar bien”.
Puerto Rico no cambió, cambié yo. Desgarrador ver a los enfermos y mis compueblanos en los terminales del aeropuerto buscando una mejor vida fuera de la isla. Sentimientos mezclados en el aeropuerto John F. Kennedy de Nueva York cuando se juntaban los gritos, las lágrimas y los abrazos porque familiares recibían a sus seres queridos. Yo lo viví. Me fue a buscar mi hermana de crianza que ya había emigrado, gracias a Irma. El encuentro fue épico.
Montarse en un avión a Johannesburgo uniformado con el logo del #EquipoPUR era recibir consuelo. Personas llegaban a dar mensajes de apoyo, como en los velatorios, sin saber con certeza el número de víctimas.
El encuentro con las comodidades fue soso. Era difícil poder usar la energía eléctrica, el internet, el agua caliente y otros servicios, cuando toda tu atención estaba en las necesidades de los puertorriqueños. Todo esto y más… era un duelo.
Suavizó el duelo el trabajo. La cobertura de las elecciones de Vázquez y traerle la noticia al país que un Boricua estaba ocupando un cargo internacional de dirección por primera vez en la historia.
Es así como la rutina, se transformó en suero para sanar la tristeza que dejó María. Cada día era un proceso diferente cómo el día que llegué en horas de la tarde. Llegué en un avión con alrededor de ocho personas, personal médico y una mujer que venía a recuperar el cadáver de un familiar. Todo el drama desde el aire era una película de terror, sin ganar un Oscar. Era el día que no celebré que iba a tener una fila de asientos para dormir. Deseaba que estuviera llena y que al aterrizar todos fuéramos uno para aplaudir a la llegada.

El deporte siguió dando sanación. Los días de #MoviéndonosPorLosNuestros con el COPUR era medicina de alegría para los necesitados. Es maravilloso aportar al semejante. Es puro servicio y se aprende a valorizar lo que quedó.

Las semanas pasaban. En noviembre se anunció que la programación deportiva universitaria volvería con sus arreglos. El 7 de diciembre sonó el pito. Se hizo la luz con actividad deportiva donde quedaron de pie instalaciones con uno u otro rasguño. El espíritu deportivo se encendía en toda la isla. Mientras, los atletas del #EquipoPUR seguían cumpliendo sus compromisos centroamericanos, panamericanos y mundiales.
En un paso agigantado comenzaron otras ligas a ponerse al servicio del país. Fue tan y tan grande la puntuación por las pruebas superadas que tuvimos una Delegación con 89 medallas, un béisbol que la “puso en la China”, un softbol femenino que brilla, una Beverly Ramos que le hizo frente al Maratón de NYY, muchas y muchas historias de superación por el deporte y enseñanzas a galón.
El deporte dio vida a un país que estuvo con respiración artificial. El deporte fue y es la comida alimentó el alma. El deporte fue y es uno de los mecanismos para sanar después de una amarga visita como la de María. El deporte renace junto al país.

A un año de María, termino mis confesiones con un corazón en recordación por todas las víctimas fallecidas y una sonrisa para los que todavía seguimos trabajando en la reconstrucción.
Me encanto, por que el PUERTORRIQUEÑO tenemos fe, esperanza en lo que nos proponemos y nos TOCO a cada uno de nosotros..LEVANTARNOS